Una vez más, entre el bullicio de las calles barcelonesas se atisba un movimiento característico. Este movimiento se acrecienta en el metro, especialmente al tomar las líneas roja y verde. Todo estalla al salir de la parada de Plaza España a la calle, en medio del entorno excepcional de la Exposición Universal de 1929, donde nos topamos con largos ríos de gente, muchos extrañamente ataviados, que aguantan estoicamente sol y lluvia esperando entrar a uno de los pabellones. ¿El contexto? El Salón del Cómic (que se celebra este fin de semana). ¿Nuestros protagonistas? Se llaman cosplayers. Vestidos como sus personajes favoritos, abarrotan eventos dedicados al mundo del cómic y del manga, con una tendencia cada vez mayor a abarcar otros ámbitos de la llamada cultura friki. No nos detendremos en pormenorizar este concepto, lo cual haría correr infructuosamente ríos de tinta y abriría un debate insalvable y lleno de polémica. Sin embargo, por orientar al lector más ajeno a este círculo, podemos decir que empleamos este término sin las connotaciones despectivas que ocasionalmente suelen atribuírsele, utilizándolo para englobar una serie de manifestaciones (cuyos pilares fundamentales serían, grosso modo, cómic, manga y anime, videojuegos y determinados aspectos televisivos) que aglutinan fieles aficionados que son el público objetivo de estas convenciones.
Pero no solo en Barcelona: sin ir más lejos, este mes de mayo se han celebrado o están por celebrarse eventos en L’Ametlla de Mar, Torremolinos, Valencia, Cartagena, Madrid, Ciudad Real y A Coruña. Y lo mismo sucede casi cada mes, especialmente con el buen tiempo. En todos ellos es fácil encontrar cosplayers, dentro de una tendencia que en los últimos años no ha hecho más que aumentar. Pero, ¿qué es exactamente el cosplay?
La palabra cosplay proviene del inglés costume play, y aunque su origen no está claro, la construcción kosupure (surgida de la contracción de costume play trasladada a la lengua japonesa) comenzó a usarse en Japón a mediados de los años ochenta, para definir una tendencia, surgida en la década anterior, en la que jóvenes aficionados se disfrazaban de sus personajes predilectos para acudir al Comiket (nombre popular por el que se conoce el Comic Market), un evento bianual celebrado en Tokio, consistente en una enorme feria dedicada casi exclusivamente a la venta de dôjinshi (tebeos realizados por aficionados, bien basándose en historias y personajes existentes en las series “oficiales”, bien con contenidos completamente originales) que todavía hoy sigue realizándose, en los meses de agosto y diciembre.
Sin embargo, y aunque ciertamente muchas veces (cada vez más) se utiliza como sinónimo de disfraz (especialmente, dentro del marco de los salones y eventos), estrictamente el cosplay implica ir un paso más allá de adoptar la indumentaria del personaje escogido. Un buen cosplay supone la adopción temporal del rol del personaje al que se ha decidido encarnar: tratar de imitarlo en sus gestos y forma de hablar, utilizando las expresiones recurrentes del personaje… Obviamente, esto es muy complicado de mantener durante todo el evento, de modo que el cosplay se convierte en una suerte de juego de complicidad entre los cosplayers y el resto de asistentes, por el que estos últimos se fotografían junto a los primeros (o les fotografían, sin más), mientras los caracterizados les obsequian con posados acordes con el personaje: luciendo sus armas, bastones u otros accesorios, si es el caso, o colocándose en posturas generalmente codificadas y asociadas a los diferentes géneros del manga.
Y es que, pese a que el cosplay en su sentido más purista busca la emulación del personaje también en su personalidad, no deja de ser una actividad eminentemente visual: se busca el aspecto más aproximado al personaje a través del vestuario, pero también del maquillaje y de los complementos (incluyendo, con mayor importancia de la que a priori podría parecer, elementos como pelucas, lentillas, llevar un calzado correcto…). En Japón, toda esta importancia de lo visual queda plasmada en concursos de modelaje y de fotografía.[1] En España, aunque en menor medida y a un nivel más amateur, han ido surgiendo también de manera esporádica eventos relacionados con la fotografía, aunque tienen otro carácter: más que competir, grupos de aficionados se reúnen (a ser posible, en localizaciones con potencial) para ser fotografiados por fotógrafos que también participan de este tipo de eventos, así como por aquellos curiosos que quieran acercarse.
TIPOS DE COSPLAY
Partiendo de la base de que hay infinidad de tipos de cosplay, prácticamente tantos como cosplayers, vamos a dedicar unas líneas a algunos de los tipos más llamativos, curiosos o populares.
En primer lugar, hablaremos de una de las vertientes más extendidas: el crossplay, consistente en disfrazarse de un personaje del sexo opuesto. Puede presentarse también otra variante, llamada gender-bender, que es similar pero mucho más complicada de lograr, ya que consiste en la adaptación de un personaje al género opuesto, realizando una transformación específica del diseño del personaje. Es decir, no basta con que una chica se disfrace de personaje masculino o un chico de personaje femenino: debe partirse del personaje original e invertir su género, potenciando rasgos masculinos o femeninos según corresponda, ya desde el diseño. Para entendernos, y aunque no suele ocurrir, un chico podría ir vestido de un personaje originalmente masculino feminizado, y una chica podría ir vestida de un personaje originalmente femenino convertido en masculino.
En segundo lugar, cobran gran importancia las variantes relacionadas con el mundo animal (en su sentido más amplio). Las fuentes de inspiración más importantes en el cosplay son el manga, el anime y los videojuegos, todas ellas manifestaciones artísticas y culturales que no utilizan la imagen real, sustituida a favor de una imagen diseñada desde cero y recreada artificialmente. Ello posibilita un universo entero de ficción con protagonistas zoomorfos, robóticos, alienígenas… que muy difícilmente pueden trasladarse a la anatomía humana. En estos casos, de nuevo, se aplica un diseño que otorga al personaje una forma antropomorfa, trasladando a la anatomía humana sus principales rasgos y atributos. Dentro de esto, existen infinidad de variantes: puede lograrse a través de un kigurumi o mono, vestirse al estilo furry (adaptar la imagen del animal a la forma humana, de manera similar a como se hace en los parques temáticos con los personajes estrella de los mismos), o simplemente utilizar un vestuario y un aspecto general adaptado a la forma humana que evoque al animal del que se quiere disfrazar.
A medio camino entre las técnicas de cosplay de seres humanos y de animales, existen tendencias como la de caracterizar a personajes antropomorfos con algunos rasgos animales, como puedan ser cola, zarpas u orejas, que recibe el nombre de kemonomimi (“orejas de animales”, lo que da lugar a numerosas variantes, entre las que la más popular es la nekomimi u “orejas de gato”); o la conocida como animegao, consistente en que el cosplayer, disfrazándose de un personaje antropomorfo, emplea un traje de cuerpo entero y una máscara que reproduzcan la tonalidad de la piel y los rasgos exactos del dibujo animado (en el caso de los anime, ojos enormes, narices apenas insinuadas, bocas diminutas en expresiones físicamente imposibles de realizar pero codificadas dentro del lenguaje animado…).
Como ya hemos dicho, estas líneas no pretenden ser un manual exhaustivo de tipos de cosplay, sino que hemos querido tan solo dar unas nociones sobre una afición que, aunque a priori sea tan sencillo como ponerse un disfraz, esconde un mundo extremadamente complejo y lleno de matices.
Notas:
[1] A este respecto, recomendamos a los lectores los primeros minutos del anime Cosplay Complex, una miniserie de tres capítulos centrada en una asociación de instituto dedicada al cosplay, que participa en eventos de este tipo. https://www.youtube.com/watch?v=GytQ9wJYQDI